FÚTBOL INFANTIL – LIGA BELLVILLENSE
(Sudeste de Córdoba –Departamento Unión y Marcos Juarez)
Como integrantes de nuestra liga Bellvillense, notábamos que nuestro fútbol se estaba desvirtuando, que se estaba manchando de la misma manera y con los mismos tintes que habían causado que el fútbol argentino pierda la calidad de ser familiar.
Estábamos sufriendo el virus de la violencia de la intolerancia de la desigualdad y lo que era aún pero, es que lo estábamos sufriendo como en todos los rincones de nuestro país. Desde nuestro fútbol más puro. Allí donde se arman los cimientos, donde lo genuino nos caracterizaba y nos daba esa hermosa calidad de ser semillero mundial en nuestras inferiores del futbol infantil.
A causa de todo sufrimos, los malos ejemplos de los propios papas, tan necesitados de triunfos personales y sin permiso de sus propios hijos, se disponían a ser protagonistas ellos, gritando, insultando, dando indicaciones y contradiciendo las de los propios entrenadores. Eso generaba mucha histeria dentro de la cancha y, hasta en muchos casos trasladándose en tumultos varios y suspensiones. Y en algunos casos, problemas generados de parte de los mismos entrenadores.
Pero esto ya no sorprende, pasa aquí y en todos lados. En realidad lo que sorprende es que no se gasten recursos para que esto no sea “Habitual”, y no se adhiera a la propia carne de nuestro fútbol y así luego de a futuro una enfermedad que ya no se pueda sanar.
Sabíamos que el fútbol aquí en Argentina era tan popular que venía muchas veces desde los propios barrios más descuidados donde la educación no siempre era la protagonista. Pero sabíamos que eso no era excusa para actuar, que no se necesita dinero para educar a un niño; sólo herramientas, acciones, estrategias y personas responsables y adecuadas. Quisimos y aún queremos cambiar todo esto.
Nos reunimos como clubes y presentamos experiencias de acción en contra de todo esto. Algunos clubes, hacían charlas con papás, otros agregaban una hora semanal para que alguien capacitado les dé charlas de motivación, valores, ejemplos, etc., tal cual materia áulica que se puede dar en algún colegio. También los dirigentes entendieron que no cualquiera estaba en condiciones de entrenar a sus alumnos, que el solo hecho de haber jugado al fútbol no te daba la potestad de formar a un jugador, que las personas al frente de un grupo debe estar capacitadas y formadas para esto.
También se realizaron en nuestra liga reuniones de profesores, dirigentes, con representantes de la asociación de árbitros, miembros del tribunal de penas, para revisar modos y emplear acciones. Como por ejemplo de detener el partido cuando alguna persona presente insultara y no reanudándolo hasta que ésta se haya retirado del establecimiento. Se determinó junto con el tribunal de disciplina ser más severos en las sanciones en relación a determinadas conductas reprochables.
En todas las canchas al ingresar, o frente a una tribuna nos encontrábamos con carteles y banderines que intentaban influir hacia la buena conducta del espectador y la libertad de otorgarles a los niños que se diviertan antes de pensar en la competencia.
En muchos casos, incluso en partidos clásicos, se trataba de sacar presión con fotos donde se veían a los dos equipos con sus niños abrazados no como rivales, sino como compañeros del mismo deporte.
Aun no lo solucionamos, estamos y seguiremos intentando. Nuestro fútbol infantil esta en reparación constante. Ya lo entendimos así todos quienes formamos la liga Bellvillense: Dirigentes, árbitros, papás, niños, profesores., día a día buscamos la manera de que nuestro fútbol no pierda la inocencia de ser un semillero mundial. Como un árbol nuestro fútbol necesita que se cuiden sus raíces, solo así tendremos buenos frutos.
Luis Quinteros, presidente del fútbol infantil, DNI: 14.949.163
Pablo Moretti, profesor del Fútbol Infantil, DNI: 27.395.038
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Los que tenemos responsabilidades por ser participe directo y formar parte de la LIGA BELLVILLENSE DE FUTBOL, en este caso integrar el TRIBUNAL DE PENAS, estamos a disposición para colaborar con la erradicación total de la violencia verbal y física que nos había invadido y que en nuestra constante preocupación.
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